Maimón.- 07 de Julio de 2012, al pasar por la calle Duarte del centro de este pueblo nos encontramos con un señor cabalgando un caballo arriando una junta de bueyes enyuntados, recordando los viejos tiempos, como se solía hacer en los campos, antes de ser desplazado por los tractores para preparar la tierra para la siembra, y eso nos motivó a compartir la historia del buey con cada una de las personas que cada día nos siguen a través de este portal.
Y para ser más específicos y objetivo, buscamos la verdadera historia de los bueyes:
Buey es el nombre que se le da al macho bovino (toro) castrado, dedicado específicamente al engorde y sacrificio, y antiguamente también a la realización de tareas agrícolas como tirar de arados y carros, algo que se continúa haciendo en Asturias, Cantabria, Galicia y País Vasco (España) como evento folclórico-deportivo. En Andalucía occidental se utiliza para engancharlos en las carretas de las distintas romerías, como El Rocío, en las islas Canarias, está extendido de una forma muy común el uso del buey para la agricultura, alimentación, tiro de carretas, así como en romerías y competiciones de arrastre de ganado. En un raza de bovino, se puede llamar también "buey salvaje" a cualquier miembro no doméstico del género Bos, como el gaur, el banteng, el kuprey o el extinto uro.
En diversos países latinoamericanos, los bueyes siguen siendo utilizados como animal de tiro, especialmente en aquellas faenas en que, por dificultades del terreno, es difícil utilizar otros animales o vehículos motorizados, tal como ocurre en las faenas forestales.
Para que un macho bovino se transforme en buey se requiere de su castración después de la pubertad. La castración previa a la pubertad genera novillos.
El día de bueyes es una medida de superficie de ámbito rural ya en desuso. Es la extensión de terreno que podía arar una pareja de bueyes en un día. Equivale a unos 1.250 metros cuadrados.
Los egipcios fueron los primeros en rendir al buey y la vaca un culto del que se hallan todavía restos en la India. Este religioso respeto pasó después a los griegos los cuales en los primeros tiempos no inmolaban sino toros cuya cabeza no hubiese todavía llevado el yugo. En la primera edad de Roma no se mataban los bueyes destinados a la agricultura.
Los lacedemonios inmolaban un buey a Marte cuando habían ganado una victoria por medio de algún ardid y un gallo cuando había sido abiertamente y sin el menor engaño.
Los triunfadores romanos inmolaban a Júpiter Capitolino dos bueyes blancos nacidos en Umbría. Cuando los bueyes destinados al sacrificio no eran enteramente blancos, se acababan de blanquear con creta y estos bueyes se llamaban bos cretatus. Se adornaban después las puertas de los templos con las cabezas de los bueyes inmolados y de aquí es que se ven los altares decorados con el cráneo de estos animales.
Los romanos llamaban al buey, al toro y los becerros, víctimas mayores. Eran las únicas a las que se doraban los cuernos en los sacrificios pero los griegos los doraban también a las otras víctimas menores. Los pobres que no tenían medios para ofrecer un buey vivo, sacrificaban uno de masa de harina. Los pies de las tablas y de los trípodes terminaban comúnmente en forma de pies de buey, para imprimir la fuerza y la estabilidad.
Un buey con cara de hombre o solamente una cabeza con la misma, era entre los paganos el símbolo de la agricultura y el tipo del combate de Hércules contra Aqueloó.
Varrón califica al buey de compañero del hombre en la agricultura. Columella dice que era igual delito el atentar contra la vida de un buey que contra la de un hombre. Eliano, Plinio, Valerio Máximo y otros autores citan ejemplos de castigos impuestos por la muerte de bueyes. La fábula dice que los compañeros de Ulises perecieron en un naufragio por haber muerto algunos bueyes del sol.
Por el capítulo XXV del Deuteronomio se ve que se prohibió al pueblo de Israel el poner bozal al buey que les servía para trillar o para los demás usos de la labranza queriendo el Señor que el animal que ayuda al hombre en sus fatigas tenga alguna parte en el fruto de ellas.
Tres cabezas de buey sobre la estatua de Isis denotaban entre los egipcios los tres tiempos del año oportunos a la agricultura. Los romanos ponían una cabeza de buey en sus edificios para señal de trabajo y paciencia.
En las medallas antiguas el buey o el toro con los cuernos cargados de flores es un símbolo de los sacrificios en los cuales estos animales eran las víctimas. Algunas veces están en actitud de herirse con los cuernos y denotan la guerra o bien los combates públicos de las fieras, parecidos a nuestras corridas de toros.
Cuando los romanos querían indicar una colonia representaban dos bueyes tirando un arado, porque acostumbraban a servirse de bueyes para señalar con el arado el circuito que había de ocupar la nueva población. Algunas veces en semejantes casos se ven juntos un buey y una vaca. Esta se halla situada a la parte de la ciudad y el buey a la parte exterior o del campo para denotar que el cuidado interno de la casa correspondía a la mujer y que la agricultura y todas las profesiones activas eran propias del hombre.
http://es.wikipedia.org/wiki/Buey
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