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Por Narciso Isa Conde |
El hermoso rio Yuna no era merecedor de una Voz instalada para adornar la fetidez, la sangre, las torturas, las fechorías, las violaciones y estupros del tirano Trujillo y de su vil hermano Petán.
El Yuna –más antes de ser depredado, empobrecido y contaminado por la Falconbridge, las granceras y demás empresas criminales- nunca debió ser usado para bautizar la primera emisora de la tiranía trujillista; matriz de la Voz Dominicana, diseñada para mentir, encubrir y distraer, en medio de los horrores sufridos por Bonao y por la Nación Dominicana.
Restaurar la Voz del Yuna, replicarla como emisora y museo, exaltando sobretodo la modernidad técnica exhibida en aquella ocasión y la calidad de los artista y profesionales contratados y sometidos a la férula de los verdugos del pueblo -obviando el rol alienante y los servicios brindados por esa entidad al oprobio, al escapismo y la banalidad- no solo es una ofensa al sacrificio colectivo en la lucha por la libertad, sino un monumento a la perversidad e impunidad y una pérfida reivindicación de la subcultura comunicacional despótica.
Así no se rescata la verdad histórica ni se promueven valores morales y políticos.
Los Cocuyos de la Cordillera de Petán y todos los esbirros de la tiranía están gozando en sus moradas, mientras los/as mártires de la época y sus descendientes se indignan con razón. Retumba todavía en los oídos del pueblo la VOZ DOMINICANA anunciando sádicamente los fusilamientos de los Héroes de Junio de 1959: ¡muerto!, ¡muerto!, muerto!

Además, vergüenza ajena y lástima deben provocar que se recurra a Pablo Milanés, usándolo como regalo envenenado dentro de un supuesto rescate de la “memoria cultural”, con resultados de concurrencia tan mediocres que evidencian el descrédito de los principales promotores de esa provocadora y cuestionable iniciativa.
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