Más de un millón de brasileños se lanzaron a las calles de por lo menos 80 ciudades del país ayer jueves en las mayores protestas contra el gobierno hasta ahora, con choques violentos en varias ciudades donde los manifestantes que exigían mejoras en los servicios públicos y el fin de la corrupción enfrentaron gases lacrimógenos, aerosol pimienta y balas de caucho.
Al menos un manifestante murió en el estado de Sao Paulo, cuando un automovilista, aparentemente furioso porque no podía pasar, atropelló a un grupo de manifestantes.
En Río de Janeiro, donde aproximadamente 300,000 manifestantes abarrotaron el centro, hubo choques a las carreras entre la policía y grupos integrados mayoritariamente por jóvenes que se cubrían la cara con sus camisas. Pero la policía también disparó gases a grupos pacíficos y en ocasiones los atacó con aerosol pimienta. El estruendo de las armas hacía eco en las fachadas de edificios señoriales de la época colonial. Hubo al menos 40 heridos en Río.
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LA LUCHA DE LOS AGENTES DEL ORDEN
En Brasilia la policía batalló para evitar que cientos de manifestantes entraran al Ministerio de Relaciones Exteriores, frente al cual los enojados prendieron un pequeño incendio. Otros edificios del gobierno fueron atacados alrededor de la explanada central de la ciudad, donde la policía también lanzó gases lacrimógenos y balas de goma para tratar de dispersar a los manifestantes.
También se reportaron en la ciudad amazónica de Belem, en Porto Alegre, en el sur, en la Universidad de Campinhas al norte de Sao Paulo y en Salvador, en el noreste. “Esto tenía por fin ser una manifestación pacífica y lo es”, dijo Wanderlei Costa, artista de 33 años, en Brasilia.
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